Decía el teórico alemán Siegfried Kracauer que “Las películas de una nación reflejan su mentalidad de forma más directa que otros medios artísticos”, es decir, son espejos de las sociedades en que se hacen. Cuando se quiera estudiar los rasgos característicos de una sociedad en particular, hay que analizar su cine.
“Más que credos explícitos –señala Kracauer- lo que las películas reflejan son tendencias sicológicas, los estratos profundos de la mentalidad colectiva”. La afirmación nos sirve como anillo al dedo para hablar de Sala de profesores, filme alemán dirigido por Ilker Çatak, que disecciona la sociedad alemana contemporánea en su compleja forma de pensar.
Hay que contextualizar con la vergonzosa derrota militar de la II Guerra Mundial, hasta la Alemania de hoy, una de las naciones europeas más hospitalarias para los necesitados: un millón de refugiados sirios por la guerra en su país, un millón de ucranianos refugiados (solo en los primeros días) luego de la invasión rusa, masivas migraciones que, desde luego, producen fricciones entre las diferentes capas sociales, preludio de sismos. A eso, hay que añadir el estigma no superado desde el Holocausto.
Parte de esas grietas de su sociedad se deja entrever en Sala de profesores. La premisa del filme es simple: una serie de robos menores ocurren en la escuela donde labora la profesora Carla Nowak y ella decide tender una trampa al posible ladrón para aclarar las cosas. Efecto de bola de nieve: con su acción desata una serie de eventos que crecen más allá de su capacidad de control.
Aunque primer sospechoso resulta ser uno de sus alumnos (turco para más señas), la prueba más fehaciente apunta a la señora Kuhn, empleada del colegio y madre de otro de sus alumnos.
Sala de profesores se torna entonces en un thriller de máxima tensión que evidencia la discriminación racial, los prejuicios sociales y las posiciones de poder que defienden sus protagonistas.
Çatak apoya su propuesta con una puesta en escena minimalista y con el rostro de la formidable Leonie Benesch, casi siempre en primer plano, mostrando las diferentes etapas de su conflicto personal: desde motivar a sus alumnos a salir adelante con sus diferentes problemas (personales y escolares), pasando por recurrir a las máximas autoridades para implantar el orden, hasta verse acosada por sus propios alumnos y también acusada por sus colegas, como consecuencia de cuestionar el statu quo de las cosas. Curiosamente, Benesch protagonizó otro filme que sigue ese esquema dramático: la formidable La cinta blanca, de Michael Haneke.
Cada quien juega su papel como isla de poder en su entorno y nadie cuestiona más allá de lo que conviene. Peor aún: cualquier iniciativa de cambio, siempre se encuentra con los obstáculos de siempre y todo se convierte en un trámite tortuoso que nunca conduce a nada.
Pero todos exigen un chivo expiatorio, una excusa para dejar las cosas iguales y que paguen quienes no tienen la culpa de nada. En ese opresivo juego de poder, siempre pierden los más débiles y la autoridad está para perpetuar la propia estructura que la crea a imagen y semejanza.
Sala de profesores debutó en el Festival de Berlín, donde consiguió el Premio Panorama Cicae Arts. Ganó 5 Lolas (los premios del cine alemán), estuvo en el Top 5 del National Board of Review y nominada al Oscar como Mejor Película Internacional. En el Festival de Palms Spings se llevó los premios al Director to Watch y Mejor Actriz (para Leonie Benesch).
Sin dudas, un impactante drama que repensamos muchos días después de haberlo visto.
Sala de profesores (2023). Dirección: Ilker Çatak; Guion: Ilker Çatak y Johannes Duncker; Fotografía: Judith Kaufmann; Edición: Gesa Jäger; Música: Marvin Miller; Elenco: Leonie Benesch, Michael Klammer, Eva Löbau, Leonard Stettnisch.