La designación de los nuevos incumbentes de Obras Públicas y Educación parecen tener una razón política más que técnica.
Ambas instancias, además de manejar grandes presupuestos, han sido las grandes productoras de proyectos presidenciales (los ejemplos incluyen hasta al mismo ingeniero Estrella).
En la actual coyuntura, impedido de repostularse, el mandatario prefiere amigos y aliados (cabezas de partidos minoritarios) para sustituir a controversiales compañeros de su propio partido.
Por lo pronto el presidente evita que un perremeista se erija al amparo de la sospecha de ser delfín de Abinader o se apuntale como alternativa que divida aun más el pastel de las aspiraciones.
Mientras tanto Eduardo y Miguel, no tenemos dudas, harán muy bien su trabajo.