Un cónclave es la reunión que celebra en la Capilla Sixtina del Vaticano el Colegio Cardenalicio para elegir un nuevo Sumo Pontífice, cuando muere un Papa de la Iglesia Católica. Como todo lo que pasa allí se maneja con el mayor hermetismo, siempre ha sido un tema explorado por varias novelas y películas.
Cónclave, nuevo filme del alemán Edward Berger, se basa en el éxito editorial de Robert Harris publicado en 2016 y, por supuesto, es un thriller de intrigas y suspenso, como todo lo que tiene que ver con las guerras que se desatan por alcanzar el poder, cualquier poder, desde una junta de vecinos hasta la presidencia de una república.
El filme está protagonizado por un elenco de ensueño: Ralph Fiennes, Stanley Tucci, John Lithgow, Isabella Rossellini y el mexicano Carlos Diehz, maravilloso en su papel del cardenal Benítez. Todas las miradas las concentra Fiennes (también uno de los productores ejecutivos del filme) y para muchos tiene asegurada una exitosa Temporada de Premios. Hay que recordar que Fiennes acumula 6 nominaciones a los Globos de Oro y 2 nominaciones al Oscar: por La lista de Schindler (1994, como actor de reparto) y El paciente inglés (1997, como actor principal).
El cardenal Lawrence, personaje de Fiennes en Cónclave, es el encargado de dirigir las sesiones para elegir un nuevo Papa y debe manejarse con la mayor cautela entre tantos lobos disfrazados de corderos. En efecto, nadie es lo que aparenta, todos tienen algún pecado que ocultar y son muchos los secretos que se manejan en este Vaticano.
Como en todas las sociedades, círculos de poder se aglutinan alrededor de determinados líderes y todos buscan imponer sus candidatos. En primera instancia se recurre al descrédito. Lo mismo pasa en la política: todos tienen alguna historia que los descalifica para el puesto de Sumo Pontífice y Cónclave nos conduce al mismo centro de esta lucha sin cuartel que no conoce de límites. Esa es una de las bondades de su guion, con el añadido de que nuestro punto de vista es de quien dirige el proceso y lo hace con la mayor serenidad posible, sin tomar partido, al menos abiertamente, por ninguno de los bandos en conflicto.
Algunos grupos enarbolan consignas y encierran propuestas en eslóganes de campaña. En realidad, pueden hacer todas las promesas de campaña para cambiar las cosas y luego dejarlo todo como ha sido a través de los siglos, para complacencia del stablishment.
Cónclave se sirve de un escenario maravilloso para exponer toda la corrupción, emulación y envidia que despiertan los apetitos desmedidos. Las estrategias que las almas innobles son capaces de concebir para hundir a quien no comulga con nuestros objetivos: una mentira hace ganar adeptos y todos sienten que tienen permiso divino para difundirlas. A veces incluso incurren en la simonía, evidencia de que la pureza de corazón es una condición en vía de extinción. A veces no se trata de elegir al mejor, sino al menos malo.
Una frase maravillosa sirve de marco previo a las rondas de votaciones: “La certeza es el gran enemigo de la unidad. La certeza es el enemigo mortal de la tolerancia”. Si la aplicáramos en nuestro diario vivir, solucionaríamos la mitad de los problemas del mundo.
Antes de la fumata blanca que llena de alegría los corazones de los católicos de todo el mundo, muchos son los obstáculos que hay que vencer. Cónclave cumple fielmente con la promesa de entretenernos hasta que se cuenta el último voto y se respeta la voluntad de la mayoría.
Cónclave (2024). Dirección: Edward Berger; Guion: Peter Straughan, basado en la novela de Richard Harris; Fotografía: Stéphane Fontaine; Edición: Nick Emerson; Música: Volker Bertelmann; Elenco: Ralph Fiennes, Stanley Tucci, John Lithgow, Isabella Rossellini, Carlos Diehz.