Son pocas y muchas las cosas que se pueden decir cuando hablamos de los resultados de las ¨visitas sorpresa¨ en la República Dominicana, un programa gubernamental que surge de la voluntad del presidente Danilo Medina de conocer de primera mano y sin intermediarios de las necesidades de los grupos más vulnerables de nuestra sociedad, e intentar integrar al gobierno en una alianza inédita sobre todo con los productores del área rural de modo que estos se integren a una cadena de creación de riqueza.
En el día de ayer en su participación en el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA) en la sede de la FAO en la ciudad de Roma, nuestro presidente tuvo la oportunidad, por segunda vez en sus poco más de 6 años de gobierno, de exponer en un foro mundial, esta vez la comisión de agricultura de ese organismo multinacional, la experiencia que ha vivido nuestro país y como lo que estamos haciendo pudiera servir de ejemplo a otros países en la eterna lucha de la humanidad contra el hambre y la miseria.
Los logros son más que evidentes, está más que claro que para el FIDA, la FAO y otros sectores preocupados por estos temas, los indicadores de disminución de la pobreza en la zona rural, el aumento de la productividad y la evidencia de que nuestra pequeña isla se acerca ya a la seguridad alimentaria, es decir seremos muy pronto capaces de producir el 100% de lo que comemos, es algo que llama la atención y por eso el pedido de que nuestro presidente comparta con otros esta exitosa experiencia.
Sin embargo, es posible que lo que se esté produciendo en la República Dominicana, un país en que evidentemente una gran parte de su población depende de la producción agrícola para vivir, en algunos casos solo para a duras penas sobrevivir, no sea más que el fruto de la ruptura de uno de los paradigmas que han caracterizado la actividad política desde el ejercicio gubernamental y que es causa de la debacle de credibilidad por la que pasa esta actividad que es consustancial con el sistema democrático.
Este paradigma, que se repite en casi todos los jefes de estado y de gobierno, es el alejamiento tan pronto se asume el poder después de unas elecciones de la base electoral que llevó a un partido cualquiera al triunfo electoral y el olvido de todas las promesas, muchas de ella irrealizables, que como oferta se realizan y cuyo no cumplimiento provoca en desencanto de quienes ponen sus esperanzas en la capacidad de resolución de los dirigentes políticos.
Si hacemos un análisis objetivo de las ¨visitas sorpresa¨, las podríamos definir con dos palabras: presencia y seguimiento.
Este programa requiere de la presencia permanente del Presidente Danilo Medina en actividades donde habla sin intermediarios, sin arreglos, donde se citan a todos los interesados sin que a nadie se le pregunte su filiación o simpatía política partidista, y además sin que se permita el tradicional ¨figureo¨ de los ¨busca-cámaras¨ ni proselitismo alguno y todo se centra en la exposición de las necesidades de la comunidad organizada y la respuesta de quien tiene en sus manos lo que podrían ser las soluciones.
Es decir, al presidente de República Dominicana nadie le va a contar lo que vio, tampoco hay que reclamarle su presencia para escuchar y mucho menos se entera por terceras personas de que necesitan los productores de algún distrito municipal o paraje del país, porque a el mismo se le pueden hacer los reclamos y el mismo da respuesta con su propia voz a las necesidades de los productores, porque de eso se trata, de mejorar la calidad de vida de las comunidades a partir del esfuerzo propio con una ayuda del gobierno que evidentemente ha sido más que efectiva.
Además de esa presencia, son muchos los funcionarios gubernamentales que han sido sorprendidos por llamadas directas del Presidente de la República desde esas mismas reuniones, con la ¨visitas sorpresa¨ se ha logrado dar continuidad a los proyectos a partir de un ejercicio nada común en un país donde a nada se le da seguimiento.
Al contrario que prácticamente todos los gobiernos que hemos tenido, en el caso de los gobiernos de Danilo Medina, este le da seguimiento personal a todos los proyectos que se están ejecutando dentro del programa que se ofreció a la Nación como promesas de campaña electoral, y más aún en los temas de las ¨visitas sorpresa¨, donde la misma semana que se realiza un equipo de personas se dedica a trabajar para cumplir con la palabra empeñada.
Nunca como ahora se ha dado seguimiento a los proyectos de producción, es imposible no dárselo de parte de los organismos responsables de la implementación, porque de no hacerlo podrían verse sorprendidos por otra ¨visita sorpresa¨ donde frente al mismo presidente de la República se exija cumplir con lo prometido, es decir, dar seguimiento es una obligación y esto rompió con la costumbre de no cumplir con lo prometido.
Esta ruptura del paradigma de que la lejanía del presidente de la República es símbolo de poder, de que la primera figura de la Nación debe permanecer aislado en un anillo que filtre las informaciones que le llegan y la creación de figuras capaces de seguir los proyectos para evitar caer en el olvido que llevan al desencanto de los sectores que ponen su esperanza en las acciones de gobierno, es una de las causas de lo efectivo que ha sido el desarrollo de esta metodología para disminuir la pobreza en la República Dominicana.
Los resultados están ahí, y son causa de curiosidad de parte de los organismos que, como la FAO y el FIDA, poseen datos tan contundentes como que la República Dominicana ha avanzado hasta producir el 85% de los alimentos que requiere su población y lo que consumen los que nos visitan (más de 7 millones cada año), y que además el impacto sobre las cifras de pobrezas han sido espectaculares.
Hablamos de una reducción de la tasa de pobreza en la zona rural a la mitad, del 51% en el año 2012 al 25% a finales del año 2018, mientras la pobreza extrema disminuyó de 14.5% al 41.%, es decir, estamos frente a un vuelco espectacular en la calidad de vida y esperanza de mejoría de las familias que viven de la producción agrícola.
Por eso cada domingo cuando se escucha de la presencia del Presidente Danilo Medina en una de las zonas productivas del país, se siembra adema de frutos y legumbres, un manojo de esperanza en los grupos más vulnerables y excluidos de nuestra sociedad, al final es en el campo donde se está produciendo una verdadera revolución, que significa cambio y progreso en la República Dominicana.