El modelo educativo de la República Dominicana en sus tres niveles: básico (primaria), secundaria y superior, requiere de un cambio urgente en su currículo educativo, ya que el mismo no responde a las necesidades de nuestro país, en un mundo totalmente globalizado y competitivo, que se ha vuelto obsoleto, pues nos hemos quedado por debajo de la mayoría de los países del área, según los índices de medición de los organismos internacionales.
El Presidente de la República, licenciado Danilo Medina viene fomentando un clima favorable para la inversión extranjera, fortaleciendo la seguridad jurídica, desarrollando lo que él ha denominado “La Revolución Educativa”; creó la “República Digital”, en la cual se ha invertido RD$24 mil millones de pesos; declaró por decreto el año 2018 como de “Fomento a las Exportaciones” y al 2019, “Año de la Innovación y de la Competitividad”; redujo los plazos para la construcción, así como los permisos y los trámites para la realización de negocios, instalación de empresas y ha impartido instrucciones precisas a todas las instituciones que tienen que ver con el sector exportador para que realicen acciones conjuntas con la finalidad de agilizar el proceso.
Estas iniciativas están dando muy buenos frutos pero si en verdad queremos ser competitivos a nivel internacional, tenemos que ir implementando y asimilando todo lo que le ha dado resultados en materia educativa a países como Japón, Finlandia, a los denominados “Tigres Asiáticos” (Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán), algunos eran mucho más pobres que nosotros, pero hicieron grandes inversiones en la educación y cambiaron su modelo educativo en sus tres vertientes; sobre todo ahora, que hemos establecido relaciones comerciales y diplomáticas con la República Popular de China, la segunda economía y la de mayor población del mundo,
En esos países, tanto en el nivel básico como en la secundaria, se han eliminado las asignaturas “chatarras” o “rellenos”, y todas aquellas que no aportan valor a los estudiantes; solo se imparten las que verdaderamente generan conocimientos y que están en consonancia con las necesidades del país, tales como: tecnología, matemáticas, computación, lectura, comercio internacional, idiomas, cultura, moral y ética, ecología, en combinación con el sector privado, quien les recomienda las áreas que para ellos son de interés y que deben ser fortalecidas.
El MINER y el MESCYT, con el apoyo del sector privado, deben analizar también el currículo de cada una de nuestras universidades y adaptarlo a nuestras necesidades. Debemos formar jóvenes emprendedores, no para buscar empleos de mala calidad, sino, para que sean empresarios. Las propias universidades deben ser competitivas, pues muy pocas están en el ranking de competencia en América Latina.
No pretendemos que se importe el modelo y el desarrollo de dichos países, donde ya existe una cultura de varias décadas, lograda a base de esfuerzos, sacrificios y de fuertes inversiones en la educación, pero sí observar y aplicar algunas acciones que pueden ser adaptadas a nuestra realidad.
Para ello debemos ampliar y fortalecer nuestras relaciones comerciales y diplomáticas con esos países, realizar intercambios culturales y tecnológicos, para observar y aplicar aquí sus conocimientos y sus avances en las diferentes áreas.
El Autor es Contador Público Autorizado
Ex Diputado al Congreso Nacional y
Ex Miembro Titular de la Cámara de Cuentas de la República