La política es descarnada, selvática y hostil. En su lógica, los valores se disipan. La lealtad, por ejemplo, se desvanece para dar paso, como río desbordado, a las ingratitudes. El darwinismo político se hace regla: el que está arriba es implacable con sus oponentes para hacerlos afufar. En resumen, los mandantes bravíos no temen clavar la espada a sus rivales, queriendo esfumarlos del espectro.
La deslealtad es una antiquísima arma de la actividad política que en los últimos seis años la ha estado padeciendo el expresidente Leonel Fernández, quien ha sido sometido a una potente artillería que busca hundirlo y desaparecerlo del escenario nacional.
La amistad y la confianza entre el Presidente Danilo Medina y su antecesor se fueron al despeñadero. La quebró el sureño con su estropicio de lisiar al académico exmandatario, fijando en el imaginario social la percepción de que el nacido en San Carlos y criado en Villa Juana, desarrolló una gestión tiznada por la corrupción y con mal desempeño económico.
Recuerdo que fue el propio Presidente Medina quien declaró en San Juan de la Maguana, el 20 de agosto de 2012, en el Salón de Actos del Palacio Municipal, que había recibido de Leonel Fernández un gobierno similar al cuento gallego que trata de un “maletín lleno de facturas y sin dinero”, graficando la ruina financiera que supuestamente había heredado. A partir de ese instante, se inició una feroz campaña denunciando un astronómico déficit fiscal, que martillaba la supuesta inmoralidad de la administración 2004-2012.
En toda la “pela” a Leonel durante este sexenio, sobresale la tortura en tribunales a dos miembros de su círculo más próximo, bajo cargo de peculado, y lo más espectacular de la trama de acoso y derribo, fue traer a un narcotraficante (Qurino Ernesto Paulino) a pregonar que le entregó doscientos millones de pesos en efectivo en maletines al hijo de Doña Yolanda.
Unas acciones “non sanctas” del grupo hegemónico en el gobierno han sido apoderarse del control de los Comités Central y Político del PLD e imponer una ley de partidos para establecer una conveniente fórmula de elección interna, que posibilite una pretendida tercera postulación presidencial consecutiva de Danilo Medina.
En síntesis, la lapidación contra Leonel Fernández ha sido implacable. No obstante, tras seis años de campaña sucia y denuesto, conforme todas las encuestas, Fernández, cual ave fénix, se levanta de las cenizas, cura las abolladuras y viene proclamando que: “el pueblo lo llevara a la presidencia ya que ese es el sentimiento que observa en cada visita que realiza a los pueblos del interior y barrios del Distrito Nacional.”
El autor es periodista.