Muchos, en el pasado proceso electoral, dieron por sentado que la única misión de la candidatura senatorial de Marino Collante por el PLD era imposibilitar una alianza en ese nivel con la Fuerza del Pueblo.
Se citaba la existencia de un resquemor de Danilo Medina hacia el candidato a senador del partido verde, Demóstenes Martínez, y citaban la violación en 2019 del pacto que establecía alternancia en la presidencia de la Cámara de Diputados, cuando el caudillo morado (él y solo él), impidió el ascenso del entonces diputado santiaguero a la presidencia del hemiciclo.
Algo parecido con el apresurado anuncio de que en febrero la FP apoyaría al peledeista Víctor Fadul, pero que en mayo «ya había un compromiso con Marino».
Ese “compromiso” nunca fue palpable. Danilo levantó las manos del candidato a alcalde el 10 de septiembre de 2023 y quienes esperaron lo mismo con su senador, tuvieron que conformarse con que lo proclamara el candidato presidencial el 4 de noviembre siguiente.
Su campaña no se sintió. Su experiencia política no le permitía las novatadas que exhibía y más en una aspiración con la cual había soñado desde los tiempos en que era un fogoso dirigente reformista, cacique en la Sierra.
Ese Marino, el de entonces, nunca estuvo presente.
A pesar de no presentar equipo de campaña, no abrir local, no mostrarse con los dirigentes morados, no adherirse a la marca PLD (infinitamente más poderosa que la suya propia)… A pesar de esos pesares es evidente que el PLD santiaguero lo respaldó en las urnas, así lo expresan unos poco más de cuarenta y seis mil votos, porcentualmente un 12%, superior al 10% a nivel nacional de su candidato presidencial.
Danilo, que ya se había recuperado de su crisis de salud, ladeó a un Marino que navegaba sin brújula.
Pienso que Marino cumplió con su compadre: impulsó (aunque sin éxito) que el PRSC apoyara la reelección de Medina en 2016, renunció a un alto cargo en su partido de origen para sumarse a un puesto inferior en el PLD, renunció a su diputación para sumarse a un cargo de segunda línea y asumió una candidatura electoralmente inviable para impedir una alianza.
Pienso que el PLD en Santiago hizo su rol: conformó equipos, su presidente provincial suplió las falencias mediáticas de su candidato y las filas moradas se hicieron muro de contención ante la irrupción de Justicia Social en Santiago.
Cumplieron.
¿Es culpable el PLD? En parte sí, un partido dinámico al ver su triste desempeño en el debate de abril, debió retirarlo de inmediato.
Danilo, el compadre de Marino y el líder del PLD, no debió sorprenderse al recibir la carta.