Juan Antonio Alix Rodríguez (1833-1917) es considerado el poeta criollo por excelencia de la República Dominicana. Nacido el 6 de septiembre de 1833 en Moca, su vida y obra reflejan la esencia del pueblo dominicano, especialmente la del campesino cibaeño de su época. A través de sus décimas, Alix capturó con maestría el lenguaje y las costumbres de su gente, convirtiéndose en un símbolo literario y cultural del país.
Un Poeta Popular y Comprometido
Desde temprana edad, Alix mostró una inclinación hacia la poesía, desarrollando un estilo que combinaba humor, sátira y aguda crítica social. Sus versos se convirtieron en una forma de narrar los acontecimientos políticos y sociales de su tiempo, lo que le valió el reconocimiento del pueblo. Vendía sus décimas en calles, plazas y mercados, convirtiendo su talento en un medio de vida. Sus composiciones eran tan populares que rápidamente se difundían en velorios, matrimonios y festividades campesinas.
Un Soldado de la Restauración
Más allá de la poesía, Juan Antonio Alix tuvo un rol activo en la historia dominicana. Participó como soldado en las luchas por la soberanía nacional, llegando a alcanzar el grado de cabo en el ejército. En la Guerra de la Restauración, se unió a los patriotas sublevados en Guayubín en 1863, lo que lo obligó a exiliarse temporalmente en Haití. Su compromiso con la soberanía nacional se reflejó también en su poesía, donde exaltó la valentía y el espíritu combativo del pueblo dominicano.
Legado y Reconocimiento
Juan Antonio Alix falleció en Santiago de los Caballeros en 1917, dejando un legado invaluable para la literatura y la cultura dominicana. Su poesía sigue siendo estudiada, declamada y admirada, pues representa un testimonio fiel del sentir popular y de la identidad nacional. Con su estilo único, Alix logró plasmar en versos el alma de un pueblo que, a través de su obra, sigue encontrando voz y resonancia en la historia de la República Dominicana.
La Poesía de Alix
Las décimas de Alix retratan con gran autenticidad la vida cotidiana de los dominicanos de su época. Con un estilo sencillo y accesible, sus versos se mantienen vivos en la memoria colectiva del país. Un ejemplo de su ingenio y destreza poética se encuentra en su composición «Los mangos bajitos», musicalizado por Juan Luis Guerra en su producción Fogaraté (1994).
Los mangos bajitos
Al simpático y popularísimo «Listín Diario»,
el periódico más interesante y de más circulación
que ha tenido el país.
Vamos a ver lo que dice don Martín Garata
Dice don Martín Garata,
persona de alto rango,
que le gusta mucho el mango
porque es una fruta grata.
Pero treparse en la mata
y verse en los cogollitos,
y en aprietos infinitos…
como eso es tan peligroso,
él encuentra más sabroso
coger los mangos bajitos.
Don Martín dice también
que le gusta la castaña
pero cuando mano extraña
la saca de la sartén,
y que se la pelen bien
con todos los requisitos;
pero arderse los deditos
metiéndolos en la flama,
eso sí que no se llama
coger los mangos bajitos.
Por eso la suerte ingrata
de la Patria no mejora
porque muchos son ahora
como don Martín Garata.
Que quieren meterse en plata
ganando cuartos mansitos
con monopolios bonitos,
con chivos o contrabando,
o así, de cuenta de mando,
coger los mangos bajitos.
Cuando hay revolución
maña es la más antigua,
despachar a la manigua,
de brutos a una porción.
Que al mandarlos algún don,
ya se marchan derechitos,
y los dones quietecitos
cada cual queda en su casa,
para cuando todo pasa,
coger los mangos bajitos.
Cuando el toro está plantado
se verán miles toreros,
allí en los burladeros
con el pitirrio apretado.
Cuando el toro otro ha matado
al punto salen toditos,
echando vivas a gritos
y a empuñar buenos empleos,
que son todos sus deseos
coger los mangos bajitos.
Dejen ya la maña vieja
de mandar al monte gente,
para tumbar presidente
sin dar motivos de queja;
que la prudencia aconseja,
que vivamos tranquilitos,
como buenos hermanitos
que mucha sangre ha costado
y la ruina del Estado
coger los mangos bajitos.
Y que vean lo que ha costado
la tumba de dos poderes,
que han muerto miles de seres
que la tierra se ha tragado.
¡Cuántas viudas no han quedado,
y huérfanos infinitos!
¡Cuántas miserias y gritos!
¡Y cuánta sangre correr!…
por unos cuantos querer
coger los mangos bajitos.
Ahora lo que han de hacer
echarlo todo al olvido,
y al Presidente elegido
ayudarlo a sostener.
Y evitar que vuelva a haber
más viudas y huerfanitos,
más crímenes y delitos
Y lárguense a trabajar,
los que quieren, SIN SUDAR,
coger los mangos bajitos
¡Viva la paz! ¡Viva la unión!
¡Y abajo los cogedores de mangos bajitos!
Allé, allé, a buscar qué hacer,
y dejen al país tranquilo.